Recuerdo una tarde de invierno de esas que todo se pone negro, el cielo se encapota, decía mi abuelo que pasaba de la silla mecedora del corredor de la casa a su sofá sillón, para ver la televisión. Sonaba muy fuerte la corriente del Río Prendas, que nos quedaba muy cerca pero claramente seguros, por la altura en que mi casa estaba de la cause principal. Ya suena el río, seguro que piedras trae, decía sorprendido mi abuelo. De verdad que muy pronto empezó a bajar por el cause una gran torrentada de agua color café, palos, piedras y casi cualquier cosa que pudiéramos imaginarnos, que estaba a la orilla del cause, terminaba enlodado y en los Chorros, aquel bello lugar que aguas abajo en Tácares de Grecia, junta las aguas de varias quebradas y por supuesto, el Rio Prendas. Así que cuando alguien con la sabiduría del campesino te dice que el rió suena, de seguro que piedras trae.
Empero, ha si se ha vuelto la campaña electoral de nuestro país. La pasión de unos y otros por la conquista del poder hace que hasta el mas cauto de los mortales, te lance su chinita para que no falte. Claro que en Costa Rica los bochinches de la política duran tanto como los del fútbol, tres días si acaso. Quienes hoy te alaban, mañana de bajan el piso. Así se vive de intensa la democracia de Costa Rica. Al menos tenemos candidatos y candidatas dispuestas a luchar y participar diría nuestro querido Presidente del Tribunal Supremo de Elecciones y ninguno de los y las aspirantes, si quiera osaría en hacer tabla raza, tal como lo ha hecho Daniel Ortega en Nicaragua. Así es la cosa, otra vez nos vamos a campaña electoral.
Me toco vivir la campaña anterior muy cerca del candidato perdedor y de algunos de los mas queridos allegados a la dirigencia de la campaña y del partido y creo, como lo he manifestado en varias ocasiones, haber aprendido la lección del río que suena y que seguro traerá muchas piedras. Ya no somos una sociedad tan igualitaria como en el siglo pasado, tenemos claramente muchas y muy diversas posiciones y corrientes involucradas en la política. Ya nadie puede sentirse a salvo en una sombrilla llamada partido o tendencia, debido a que los costarricenses ya no sueltan prenda tan fácil y les gusta mirar con cautela las propuestas y a los proponentes. Cuidado con la cimarrona, nos decía mi tío, cuando éramos chiquillos en las fiestas del pueblo, recuerden que detrás de las cimarronas vienen los payasos.
Recuerdo como ahora las frases de mi tía, que nos decía a los wilas del barrio, aunque la giganta sobresale en la payasada, generalmente es lenta en correr y fácil de esquivar. No siempre sobresalir o estar de primero es necesario para ganar, ya vemos cómo al final de la campaña política anterior, se dio la sorpresa y un casi desconocido, saltó al final de la payasada, golpeando con fuerza todos. Así las cosas, mejor correr a tiempo y rápido, que sobresalir. Como siempre pasa, luego de la tormenta viene la calma y el cause del río, vuelve a ser tranquilo y equilibrado.
La tarea que tenemos por delante no es llevar a uno u otro a la Presidencia del país, ya nos tocará decidir y veremos como se parten las aguas. La tarea importante, es llegar a acuerdos convenciendo mas que venciendo a los oponentes. Necesitamos más y mejores liderazgos, que sean capaces de construir acuerdos y tender puentes. Que tengan menos intensidad en el ataque y en la fanfarria electoral, pero que permitan resolver las cosas que le importan al ciudadano de a pie. Ciertamente, aún estamos viendo los últimos coletazos de la forma de hacer política del siglo XX. Aún corremos los ticos detrás de la cimarrona y el bochinche, pero cada día son menos.
Tanto Oscar Arias como José Maria y los demás aspirantes a la candidatura en el PLN gozan de mis respeto. En particular los ex-presidentes, quienes han contribuido sin duda con grandes aportes a la Costa Rica que hoy tenemos y de la cuál, muchos aún nos sentimos orgullosos. Fueron muchos mas los aciertos que los desaciertos y claramente, son superiores sus resultados que los que se realizaron por la oposición a mi humilde entender de las cosas. Su experiencia cuenta mucho y seguramente, de ganar cualesquiera de los dos, serán mucho mejor gobierno que la actual administración Solís, que nunca terminó por acomodarse y que carece de rumbo, en su propuesta de cambio.
Con todo eso dicho, creo que el PLN requiere de una tercera opción que una y que integre mucho más ilusión y compromiso para el futuro del país. Creo que el partido podría perder una vez más las elecciones de seguir montados en un carruaje electoral y no escuchar con recelo y cuidado lo que sucede en nuestra sociedad. No lo digo con sentimiento de revancha, ni mucho menos pensando en quienes o quién, representaría al partido. Es claro, que hoy se requiere más que un candidato, un nuevo liderazgo colectivo en el país y eso claramente, no lo suman con suficiente aporte ninguno de los actuales precandidatos ni del PLN y mucho menos, los de los otros partidos minoritarios.
El río que suena, no es la cimarrona ni la mascarada, no tiene que ver con la payasada o con las bombetas del turno. El río que suena es una sociedad polarizada, dividida y claramente indignada. Ayer con el PLN, hoy con el PAC o la versión del PAC que ganó las elecciones, mañana será con otros y seguramente, de continuar por el mismo camino, también tendremos sorpresas en el 2018. El ruido del río es la desigualdad social, la creciente pobreza, el sentimiento de inutilidad y de desconsuelo de quienes miran caerse a pedazos los cimientos del Estado social del siglo XX. El ruido del río son los jóvenes gritando por una casa, un trabajo decente y oportunidades para salir adelante con una vida digna. Los ruidos del río, son las voces del campesino agricultor, de nuestras pequeñas empresas y de las personas que apenas y le alcanza su salario, para medio vivir. Ya lo hemos visto en América Latina, ni la izquierda ni la derecha están a salvo de esa avalancha llamada indignación popular, así las cosas, mejor no alardear mucho, que el camino y las tormentas serán largas e intensas, tal como lo es, el nubarrón que tenemos en frente.
Dr. Leiner Vargas Alfaro
Desde el Trapiche, Aalborg, Dinamarca.
Empero, ha si se ha vuelto la campaña electoral de nuestro país. La pasión de unos y otros por la conquista del poder hace que hasta el mas cauto de los mortales, te lance su chinita para que no falte. Claro que en Costa Rica los bochinches de la política duran tanto como los del fútbol, tres días si acaso. Quienes hoy te alaban, mañana de bajan el piso. Así se vive de intensa la democracia de Costa Rica. Al menos tenemos candidatos y candidatas dispuestas a luchar y participar diría nuestro querido Presidente del Tribunal Supremo de Elecciones y ninguno de los y las aspirantes, si quiera osaría en hacer tabla raza, tal como lo ha hecho Daniel Ortega en Nicaragua. Así es la cosa, otra vez nos vamos a campaña electoral.
Me toco vivir la campaña anterior muy cerca del candidato perdedor y de algunos de los mas queridos allegados a la dirigencia de la campaña y del partido y creo, como lo he manifestado en varias ocasiones, haber aprendido la lección del río que suena y que seguro traerá muchas piedras. Ya no somos una sociedad tan igualitaria como en el siglo pasado, tenemos claramente muchas y muy diversas posiciones y corrientes involucradas en la política. Ya nadie puede sentirse a salvo en una sombrilla llamada partido o tendencia, debido a que los costarricenses ya no sueltan prenda tan fácil y les gusta mirar con cautela las propuestas y a los proponentes. Cuidado con la cimarrona, nos decía mi tío, cuando éramos chiquillos en las fiestas del pueblo, recuerden que detrás de las cimarronas vienen los payasos.
Recuerdo como ahora las frases de mi tía, que nos decía a los wilas del barrio, aunque la giganta sobresale en la payasada, generalmente es lenta en correr y fácil de esquivar. No siempre sobresalir o estar de primero es necesario para ganar, ya vemos cómo al final de la campaña política anterior, se dio la sorpresa y un casi desconocido, saltó al final de la payasada, golpeando con fuerza todos. Así las cosas, mejor correr a tiempo y rápido, que sobresalir. Como siempre pasa, luego de la tormenta viene la calma y el cause del río, vuelve a ser tranquilo y equilibrado.
La tarea que tenemos por delante no es llevar a uno u otro a la Presidencia del país, ya nos tocará decidir y veremos como se parten las aguas. La tarea importante, es llegar a acuerdos convenciendo mas que venciendo a los oponentes. Necesitamos más y mejores liderazgos, que sean capaces de construir acuerdos y tender puentes. Que tengan menos intensidad en el ataque y en la fanfarria electoral, pero que permitan resolver las cosas que le importan al ciudadano de a pie. Ciertamente, aún estamos viendo los últimos coletazos de la forma de hacer política del siglo XX. Aún corremos los ticos detrás de la cimarrona y el bochinche, pero cada día son menos.
Tanto Oscar Arias como José Maria y los demás aspirantes a la candidatura en el PLN gozan de mis respeto. En particular los ex-presidentes, quienes han contribuido sin duda con grandes aportes a la Costa Rica que hoy tenemos y de la cuál, muchos aún nos sentimos orgullosos. Fueron muchos mas los aciertos que los desaciertos y claramente, son superiores sus resultados que los que se realizaron por la oposición a mi humilde entender de las cosas. Su experiencia cuenta mucho y seguramente, de ganar cualesquiera de los dos, serán mucho mejor gobierno que la actual administración Solís, que nunca terminó por acomodarse y que carece de rumbo, en su propuesta de cambio.
Con todo eso dicho, creo que el PLN requiere de una tercera opción que una y que integre mucho más ilusión y compromiso para el futuro del país. Creo que el partido podría perder una vez más las elecciones de seguir montados en un carruaje electoral y no escuchar con recelo y cuidado lo que sucede en nuestra sociedad. No lo digo con sentimiento de revancha, ni mucho menos pensando en quienes o quién, representaría al partido. Es claro, que hoy se requiere más que un candidato, un nuevo liderazgo colectivo en el país y eso claramente, no lo suman con suficiente aporte ninguno de los actuales precandidatos ni del PLN y mucho menos, los de los otros partidos minoritarios.
El río que suena, no es la cimarrona ni la mascarada, no tiene que ver con la payasada o con las bombetas del turno. El río que suena es una sociedad polarizada, dividida y claramente indignada. Ayer con el PLN, hoy con el PAC o la versión del PAC que ganó las elecciones, mañana será con otros y seguramente, de continuar por el mismo camino, también tendremos sorpresas en el 2018. El ruido del río es la desigualdad social, la creciente pobreza, el sentimiento de inutilidad y de desconsuelo de quienes miran caerse a pedazos los cimientos del Estado social del siglo XX. El ruido del río son los jóvenes gritando por una casa, un trabajo decente y oportunidades para salir adelante con una vida digna. Los ruidos del río, son las voces del campesino agricultor, de nuestras pequeñas empresas y de las personas que apenas y le alcanza su salario, para medio vivir. Ya lo hemos visto en América Latina, ni la izquierda ni la derecha están a salvo de esa avalancha llamada indignación popular, así las cosas, mejor no alardear mucho, que el camino y las tormentas serán largas e intensas, tal como lo es, el nubarrón que tenemos en frente.
Dr. Leiner Vargas Alfaro
Desde el Trapiche, Aalborg, Dinamarca.
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