Como todos los años y ya muy adelantado el verano, las familias rurales del Occidente de San José alistan sus petacas, para su visita anual al puerto, como se le conoce en la región a Puntarenas, en el Pacífico Central del país. El viaje a Puntarenas es, desde muchos años atrás, una aventura esperada por todos, chiquillos y grandes, los que hasta el último día de la recolecta de café sueñan con ese domingo de febrero en que pueden finalmente mirar y chapotear en el Mar Pacífico, sí, allá en el Puerto. Es temprano en la madrugada y ya los chiquillos no pueden dormir, tan solo pensar que en unas cuántas horas van a poder mirar la belleza del Mar Pacífico, pasar por las fruterias de Esparza y comerse un -churchil- bien cargado de leche en polvo, como les gusta a los ticos. Es pleno Febrero, los vientos suenan en las puertas de la entrada a la bodega, como si quisieran ingresar y llevarse todo a su paso y las hamacas del corredor de atrás, se balancean de un lado a otro, producto de aqu...
Una mirada positiva y reflexiva de la Costa Rica del Siglo XXI.